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Cumaná, Estado Sucre, Venezuela
Un lugar para recibir y compartir visiones. La sociología tiene la tarea de conjugar en una sola mirada, la sociológica, el espectro inmenso de las apreciaciones sobre lo cultural. Aunque la mirada de un sociólogo es personal su obligación histórica es considerar lo múltiple y diverso, asignándole pertinencia y un sentido humano.

martes, 13 de enero de 2009

La Multiculturalidad.
Efecto de las sociedades complejas.
Sólo para uso interno de los cursos de la profesora Graciela Acevedo.

“Multiculturalidad” es un concepto relativamente nuevo. No alude a la existencia de muchas culturas en el mundo, ni tampoco al hecho de que exista convivencia en un solo país de varias culturas, sino que fue pensado para caracterizar un Estado–nación democrático, cuyo pluralismo debía consistir en promover las diferencias étnicas y culturales.
El primero en utilizar el término fue el gobierno canadiense a finales de los años 60. Este Gobierno definió el término “Multicultural” para denotar las tres entidades sociales de la Federación, la anglófona, la francófona y la de los aborígenes, que serían etnias compartiendo conjuntamente una nación. De hecho el término multiculturalidad se convirtió en el emblema de la política del estado Canadiense.
En la década de los 70, la idea de “Multiculturalidad” empezó a ser la referencia de un estado de cosas relativo a la coexistencia de variadas ciudadanías, segmentadas por territorio, lengua o historia, que se encuentran en un Estado democrático.
La multiculturalidad se ha convertido en la primera expresión del pluralismo cultural, promueve la no discriminación por razones de raza o cultura, a la vez que la celebración y el reconocimiento de la diferencia cultural, así como el derecho a ella. De esta manera se convierte en una tendencia opositora a la tendencia presente en las sociedades modernas hacia la unificación y la universalización cultural. Pero, al mismo tiempo que celebra y pretende proteger la variedad cultural, alerta sobre las frecuentes relaciones de desigualdad de las minorías con respecto a las culturas mayoritarias.
El reconocimiento de su identidades el respeto por la diferencia cultural es un reto que se plantea en las sociedades complejas que acogen en su interior a diversas culturas. A menudo se denomina a esta situación de búsqueda del ejercicio del derecho a la cultura por un grupo minoritario como “el reto del multiculturalismo”.
Las minorías se incorporan a las comunidades políticas de disímiles formas; estas formas contemplan desde la conquista y la colonización de grupos sociales completos hasta la inmigración, voluntaria o involuntaria de individuos o de grupos familiares.
La diferencia en la forma de incorporación afecta a la naturaleza de los grupos minoritarios y el tipo de relaciones con la sociedad de la que pasan a formar parte. Es importante comprender cómo la forma de incorporación de los grupos minoritarios configura sus ambiciones, sus nuevas formas culturales, y al final su identidad.
Cuando la diversidad cultural surge de los procesos migratorios, se espera que las minorías sociales deseen integrarse en la sociedad de la que forman parte y que se le acepte como miembro de pleno derecho de la misma. Cuando la diversidad cultural proviene del mismo territorio la lucha que se plantea tiene que ver con el derecho de los indígenas de vivir en la propia cultura y de darlas a conocer.
En la actualidad se produce un debate público sobre el multiculturalismo. En ese debate quienes se oponen al multiculturalismo argumentan que la preocupación por el derecho a la cultura termina encapsulando a las minorías, impidiéndoles su integración en la totalidad de la sociedad; los partidarios del mismo alegan, por el contrario, que la preocupación por la unificación es un reflejo de la tendencia a la hegemonía cultural.
Para entender el proceso mediante el cual un Estado puede convertirse en multicultural, es decir respetuoso de la diversidad cultural, consideraremos la idea de nación, ya que una fuente de diversidad cultural es la coexistencia, dentro de un determinado Estado, de más de una nación.
El concepto Nación está estrechamente relacionado con la idea de “pueblo” o de “cultura”; de hecho, ambos conceptos resultan a menudo intercambiables. Refiere, en términos sociológicos, a una comunidad histórica, en mayor o menor grado organizada institucionalmente, que ocupa históricamente un territorio o una tierra natal determinada y que comparte una lengua y una cultura diferenciadas.
Un país que contiene más de una nación no es, o no debería ser, una Nación – Estado, sino un Estado multicultural.
Una segunda forma de constitución del pluralismo cultural es la inmigración. Un país manifestará pluralismo cultural si al consentir como inmigrantes a un grupo de personas de otras culturas les permite mantener y ejercer su herencia étnica a la vez que participan en las instituciones públicas de las culturas que los acogen.
Se utiliza el término multicultural de una manera aún más amplia, para incluir una extensa gama de grupos sociales no étnicos que, por diversas razones, han sido excluidos o marginados del núcleo mayoritario de la sociedad.
Si cultura alude a las costumbres de un grupo, resulta obvio que los diversos grupos con estilos de vida propios, los movimientos sociales y las asociaciones voluntarias que podemos encontrar en cualquier sociedad moderna poseen sus propias culturas. Las interacciones entre estos distintos grupos podrían por tanto considerarse como multiculturales.
Ante la cantidad de contenidos que se le pueden adjudicar a la idea de multiculturalidad Alain Touraine, plantea que estamos obligados a realizar esfuerzos reflexivos e investigativos para decantar el sentido profundo de lo multicultural.
Siguiendo las huellas de reflexiones recientes de autores europeos e hispano- parlantes, el autor establece los posibles hilos conductores para acercarnos al concepto de sociedad multicultural, los cuales resumimos de la siguiente manera:
1. Hay una frontera que no se puede franquear en la condición multicultural: es la que separa el reconocimiento del otro de la obsesión por la propia identidad.
2. La apertura a la alteridad, el reconocimiento del otro, es un requisito de la multiculturalidad.
3. Quien no es capaz de reconocerle a cada cultura sus valores y pretensiones de universidad, no está preparado para asumir la multiculturalidad.
4. El multiculturalismo sólo tiene sentido como la combinación, en un territorio dado con una relativa unidad social, de una pluralidad de culturas que mantienen permanentes intercambios y comunicaciones entre actores que utilizan diferentes sentidos de la vida.
5. La coexistencia o simple convivencia de culturas no expresa necesariamente la condición multicultural.
6. La experiencia multicultural está modificando radicalmente nociones centrales como igualdad, dignidad, diferencia y libertad.
7. Necesitamos un principio de igualdad humana abierto a las diferencias culturales
8. Necesitamos una noción de libertad no reducida a la simple autonomía del individuo, sino como necesidad de reconocimiento al interior de las comunidades y sus tradiciones concretas.
9. La igualdad abierta a las diferencias presupone la aceptación de la igualdad de valor de las diferentes culturas y el abandono de nociones como culturas “superiores”, “avanzadas”, “primitivas” o “subdesarrolladas.
10. Al convertirse las sociedades y los individuos en expresiones multiculturales se plantea ahora como exigencia, no simplemente la preservación cultural, sino el urgente reclamo del reconocimiento universal de la equiparación en la diversidad cultural.

Multiculturalidad e Identidad Cultural.

Puede pensarse que la socialización en las sociedades más tradicionales puede crear unas identidades socialmente definidas de antemano; por el contrario, en las sociedades complejas, los procesos de socialización convierten en una incógnita las trayectorias individuales mediante las que aprehendemos y convertimos en identidad la realidad social.
Las identidades se construyen a través de procesos individuales. Aunque se puedan originar en las instituciones dominantes, sólo se construye la identidad si los actores sociales las interiorizan y sobre esto último construyen una dirección para sus vidas.
Hay, por supuesto, una relación estrecha entre cultura e identidad. De aquí la importancia de buscar las raíces, la autenticidad de la identidad cultural, que aparece como esencia, como una condición inmanente del individuo.

Señala Cuche (1996: 84 y s.) que existen dos posiciones en relación al proceso de conformación de la identidad cultural. En un primer tipo de análisis sobre los procesos de identidad las concepciones “objetivistas” plantean la identidad cultural aparece como consustancial a una cultura particular (es una identidad esencial, casi invariable) y se busca establecer la lista de los atributos culturales que sirvan de base a la identidad colectiva, la esencia del grupo. La identidad queda establecida a partir de un cierto número de criterios ya determinados, considerados objetivos; tales como el origen común (herencia, genealogía), la lengua, la religión, la psicología colectiva o “personalidad de base”, la geografía etc.
En otro tipo de análisis, el de las concepciones “subjetivistas” , la identidad cultural no puede ser reducida a la dimensión de los atributos de una determinada cultura, ni puede considerarse como un fenómeno estático. Para los “subjetivistas”, la identidad etnocultural es un sentimiento de pertenencia o una identificación a una colectividad más o menos imaginaria (según las representaciones que los individuos se hacen de la realidad social y de sus divisiones). No tendría que ver con atributos ya establecidos sino con una manera específica, personal, de hacer contacto con los elementos culturales del tiempo en que al individuo le toca vivir.
En la actualidad se vive una situación complicada, en lo que se refiere a la posibilidad de la construcción de la identidad. La localidad en sus tradiciones se conjuga con la aparición de nuevas realidades trayendo como consecuencia el debilitamiento de la institucionalidad tradicional con respecto al papel que se jugaba en la socialización. Esta se convierte en determinadas etapas en un proceso más individualizado, más marcado por la experiencia particular que por lo tradicional. La. consecuencia de esta situación es exacerbación de las identidades particulares.
La identidad es por lo tanto un constructo, una elaboración que se realiza en relación a las posibilidades vivenciales de cada individuo sin dejar de ser una manifestación de las formas interactivas. La identidad cultural de una persona se enmarca en una identidad global que a la vez, “es una constelación de identificaciones particulares en instancias culturales distintas” (Abou, 1995: 40). La identidad es una construcción social y por tanto su complejidad es innata y participa de la propia heterogeneidad de cualquier grupo social; de hecho, como indica Cuche (1996: 91 – 92 y s.), la identidad no puede considerarse como monolítica ya que eso impediría comprender los fenómenos de identidad mixta, frecuentes en toda sociedad.
La distinción entre identidad social, identidad cultural e identidad comunitaria se presenta para destacar elementos sutiles conectados con los complicados procesos de la construcción de las identidades y de los procesos de identificación en un tiempo que debate la influencia de la globalización en lo local.
La identidad comunitaria enfatiza la situación societal, destacando la ligazón y la solidaridad existente entre los miembros que se identifican con dicha comunidad; los individuos cuando están dentro de una comunidad se sienten individualmente como personas con características comunes.
Podemos resumir diciendo que la identidad es una condición multidimensional. Conjuga en ella posibilidades de múltiple pertenencia, a la vez que combina factores de permanencia; tradiciones, costumbres con factores de cambio, cambios internos de la cultura y elementos provenientes de otras culturas. Touraine, trabaja la idea de Sujeto con las condiciones de la comunicación intercultural y de la democracia. Para el autor la misma idea de Sujeto implica conciencia de sí pero también reconocimiento del Otro como Sujeto.


Inrteculturalidad y Alteridad Cultural

La interculturalidad puede ser considerada como la expresión de un contacto entre culturas. Parte del hecho de que las culturas no se encuentran aisladas teniendo en cuenta la permeabilidad y la mediatización de los fenómenos culturales.
La interculturalidad puede darse de distintos modos, pero, predominantemente, de tres formas:

1. Cuando al entrar en contacto diferentes culturas una de ellas tiende a hacer a hacer desaparecer a la o las otras estableciendose relaciones de dominación y de no reconocimiento.

2. Se da cuando al contactarse dos o más culturas se parte del reconocimiento del contexto cultural y de las particularidades de la o las otras culturas, creándose una relación de diálogo y respeto mutuo que va configurando modificaciones significativas en la constitución simbólica de las culturas que han entrado en contacto

3. En un tercer caso es posible que se establezcan relaciones de contacto entre dos o más culturas, pero, aún existiendo relaciones de respeto mutuo, las culturas interactuantes no resultan modificadas por el encuentro o diálogo cultural.

Como vemos la primera y tercera relaciones son interculturales, pero no son de carácter multicultural; mientras la segunda es tanto intercultural como multicultural. El elemento que define la multiculturalidad en las relaciones interculturales es el reconocimiento de la otra cultura y la posibilidad del nacimiento de nuevas formas culturales. En la multiculturalidad las culturas se exponen a cruzamientos, préstamos y a interferencias construyendo así recursos interculturales que fundan la pluralidad del campo en el que la persona evoluciona.

Vivimos en un mundo en el que el mestizaje cultural ha llegado a ser una realidad indiscutible. El mestizaje cultural es el reconocimiento del otro en nosotros. A eso se refiere la alteridad

Alteridad describe la capacidad de reconocer al OTRO (incluye a la OTRA) como un legitimo otro, el conocimiento del OTRO remite al Otro no como “instrumento”, como alguien que se puede utilizar para el propio beneficio, que pueda hacerse visible o invisibilizarse arbitrariamente. La Alteridad se constituye, de esta manera, en una cuestión ética.
Emmanuel Levinas, que pudiera ser considero el filósofo por excelencia de la alteridad, propone una ética que está más allá del ser, es decir, a la relación del ser con el Otro, con la responsabilidad con el Otro, en el encuentro con el Otro. La ética para Levitas no es lo que se refiere comúnmente como moralidad o un código de comportamiento. Para Levinas, ética es una llamada a cuestionar el “IGUAL” desde el OTRO. A ser responsable del Otro. Para Levinas ser hombre significa vivir humanamente comunica desvivirse por el otro. “El otro no es próximo a mi simplemente en el espacio, o allegado como un pariente, sino que se aproxima esencialmente a mi en tanto yo me siento – en tanto yo soy – responsable de él”.
En la mayoría de los comportamientos existe una responsabilidad intencionada, una aproximación al Otro porque me es conocido, o porque se esperauna reciprocidad. A veces se es responsable del Otro por un sentimiento de culpa, por tranquilizar la conciencia. Levinas sostiene: “Yo soy responsable del otro sin esperar la recíproca, aunque ello me cueste la vida” cita el autor a Dostoievski: “Todos nosotros somos culpables de todo y de todos ante todos y más que los otros”

Lo contrario a la alteridad es la tendencia a aniquilar la diversidad subsumiéndola a la homogeneidad, reduciendo al Otro a lo mismo, lo múltiple a la totalidad, lo que no se obtiene sin violencia, sin dominación, lo que es lo mismo que ejercer sobre el otro un poder indebido y arbitrario

El efectos político y social de la alteridad es la búsqueda de un camino hacia la tolerancia





Referencias bibliográficas

- “La multiculturalidad”.
www.Conoze.com ; doc, por Mickel Azurmendi.

- “El reconocimiento del otro”. Por Alain Benoist. Material bajado de Internet. (Faltan datos)

- “Falsos multiculturalismos”. Por Alain Touraine. Material bajado de Internet(Faltan datos)

- “Educación e identidad cultural”.
www.campus–oci–org

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