La mirada del sociologo es tan personal como su propia experiencia de vida, sin embargo debe ser lo suficientemente lejana a la propia vivencia como para captar en ella incluso lo desconocido. Mirar sociologicamente es aceptar lo que se está viendo con una mezcla de desconfianza ante la propia percepción y una gran interrogante por los motivos de lo visto.
Datos personales
- miradas sociológicas
- Cumaná, Estado Sucre, Venezuela
- Un lugar para recibir y compartir visiones. La sociología tiene la tarea de conjugar en una sola mirada, la sociológica, el espectro inmenso de las apreciaciones sobre lo cultural. Aunque la mirada de un sociólogo es personal su obligación histórica es considerar lo múltiple y diverso, asignándole pertinencia y un sentido humano.
miércoles, 20 de junio de 2012
miércoles, 13 de junio de 2012
El diente roto o el arte de hacerse el pendejito
Profa. Graciela Acevedo
Dpto. Sociología UDO-Sucre
http://udistasns.blogspot.com
Si usted fue criado escuchando los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo entenderá
rápidamente el sentido de estas líneas. Tío Conejo usa recursos impensables
para enfrentar (como recurso extremo apelará a su velocidad para huir) la
fuerza de Tío Tigre y siempre termina ganando. Podríamos decir, junto con algún
estudioso, que esa exposición temprana a las hazañas de Tío Conejo puede haber
fomentado entre nosotros uno de nuestros rasgos característicos: la viveza
criolla.
Se han escrito algunos ensayos sobre la condición de la viveza criolla, esa
característica que nos hace dibujar una sonrisita automáticamente cuando a ella
se hace referencia. Si nos detenemos a pensar la viveza criolla -cosa que no es
fácil, porque vivimos en ella sin conciencia, como el pez en el agua-,
encontramos destellos de una inteligencia que nos permite resolver,
creativamente, problemas que no podrían resolverse sin cambiar de perspectiva.
Pero la viveza del venezolano tiene unas facetas que, a algunos, nos dejan
perplejos como la costumbre de contar con pelos y detalles las peripecias de
las que algunos vivos se valen para lograr un objetivo sobrepasando las normas;
vemos a los vivos reír socarronamente contando a viva voz las transgresiones de
las que se han valido en muchas circunstancias: cómo lograron copiarse en un
examen, sobornar a un fiscal, evadir una cola, imposibilitar a un contendor,
etc. No sólo violamos las normas, sino que lo celebramos abiertamente y nos
ponemos como ejemplo a seguir.
Me llama la atención el uso generalizado de las expresiones “con mi cara de
pendejo, o de pendeja, bien administrada”, “hecho el pendejito” con las que la
gente celebra ciertos logros. ¡La mayor expresión de viveza es hacerse el
pendejo! Es un fenómeno digno de un estudio. Pero si bien la viveza de alguna
gente suscita cierto grado de alarma, cuando la viveza criolla se produce en el
ámbito de la academia adquiere ribetes escandalosos.
Que se logren
posiciones académicas haciéndose el pendejito es un contrasentido a todas
luces. En este punto voy a permitirme contradecir la opinión según la cual es Tío
Conejo nuestro modelo de viveza para decir que, por lo menos en la academia,
podría ser también en la política, el modelo de viveza es el de Juan Peña. Juan
Peña, del que nos cuenta Pedro Emilio Coll que “de alborotador y
pendenciero, tornóse en callado y tranquilo”, aquel que veía crecer su
reputación “de hombre juicioso, sabio y "profundo"” mientras que en la oscuridad de su boca
acariciaba su diente roto, sin pensar.
Vemos a algunos personajes que nunca demostraron en su
formación ningún brillo académico, aparecer ahora como brillantes
administradores de su imagen. Los miramos recibiendo elogios y aceptando cargos
–puede ser rodeados de libros que nunca leen– y enunciando una profundidad
posada. Creen, seguramente, que pueden engañar a todos y no se percatan que
están convertidos en caricaturas, que están desperdiciando su tiempo, porque,
como Juan Peña, nunca se han detenido a pensar… Llegará el momento en que por
ellos doblen las campanas sin que hayan asumido la condición que los hace
hombres de verdad y no simples acariciadores de dientes rotos. Alguna vez
alguien se preguntará por sus obras y los encontrará desnudos como al rey que,
acostumbrado a los halagos, no se percataba que andaba por la vida en cueros.
Si revisamos la literatura picaresca, encontramos que recoge
la viveza desde hace por lo menos quinientos años. No es fácil erradicar
comportamientos fomentados desde la infancia; no es sencillo deslastrarse de la
savia que recorre los vasos capilares de la historia. Algunos teóricos
consideran que la viveza forma parte del inconsciente colectivo de los pueblos
latinoamericanos.
Seguiremos amando a Tío Conejo, pero sería interesante que le sumáramos a
ese amor la otra simbología que el animalito tiene. El conejo ha sido utilizado
como símbolo de fertilidad, de velocidad, de agilidad… Lewis Carrol lo utiliza
en “Alicia en el País de las Maravillas” como un imagen para representar el
asombro. Siguiendo al conejo podríamos descubrir un mundo maravilloso. Ese
debería ser el papel de los académicos.
martes, 12 de junio de 2012
trabajo para Sociedad y cultura
Por favor sigan este link http://cibercultural.wordpress.com/2010/10/16/la-revolucion-de-las-redes-sociales/
lean el material y proporcione u punto de vista sobre lo que allí se trata.
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